GRUPOS DE PODER Y LIDERAZGO EN LAS EMPRESAS

Para comprender las empresas modernas y a quienes las dirigen se suelen utilizar modelos, teorías y metáforas, estas últimas resultan atractivas y fáciles de comprender, pero que también pueden tener complejos alcances.

Algunas metáforas corrientes son la empresa como un barco con capitán y marineros, una tribu con caciques e indios, una locomotora, un avión, un continente, un ser vivo, etc. Pero la metáfora es solo eso, no es la realidad, de modo que una empresa puede parecer un barco con capitán, oficiales y marineros, pero en realidad no lo es.

Una de las más populares en el estudio del comportamiento organizacional y comprensión de lo que ocurre en el lugar de trabajo, es la metáfora del Iceberg, que deja ver una pequeña parte sobre la superficie y la mayor parte bajo el agua, imperceptible en su tamaño. 

La parte visible serían todos aquellos aspectos tangibles, oficiales, establecidos, formales, como Misión-Visión, Objetivos estratégicos, áreas funcionales, cargos, procedimientos, normas, instalaciones, infraestructura, personas, procesos de trabajo, sistemas de comunicación, etc.
La parte no visible del Iceberg, es la cultura de la empresa y todos sus componentes, conductas específicas, expectativas, motivaciones, frustraciones, ideales y sueños, comunicación informal, relaciones interpersonales, grupos rivales, etc.

Es una metáfora simple de comprender, sencilla en su imagen, y que nos permite dar cuenta de la importancia que tienen los aspectos informales, no establecidos, en los resultados de una empresa. Pero en su sencillez queda corta para explicar fenómenos más complejos en la realidad organizacional, como por ejemplo si algunos grupos que aquí llamaremos "camarillas" tienen poder para influir en las decisiones relevantes de una empresa.

Este artículo se ocupa entonces de la empresa como metáfora del poder, es decir un lugar en donde las decisiones importantes no sólo se toman con base en un plan estratégico, objetivos, prioridades, sino también por efecto de las fuerzas que ejercen personas, grupos, bandos, facciones, en donde hay vencedores y vencidos, héroes, heridos y muertos.

Entenderemos aquí poder como capacidad para hacer, para influir sobre la conducta de los demás en la dirección deseada, a diferencia de autoridad, que es la capacidad que tienen las personas para influir sobre los demás como consecuencia de estar investidas de un cargo formal (un jefe, un gerente general, un obispo). Así, una persona puede tener autoridad más no poder, es decir, la autoridad tiene la fuerza para lograr que las personas hagan lo que tienen que hacer, fuerza que proviene de su investidura, no de él mismo. Mientras que alguien puede tener poder más no autoridad, es decir, ejerce su influencia sobre las personas sin estar investida de un cargo particular, su fuerza no proviene de un cargo en particular.

Se puede sostener que las camarillas tienen poder más no autoridad

¿De dónde proviene entonces su poder? Vamos por parte. Asumimos que se puede tener poder y no tener autoridad. Si se tiene poder para influir sobre la conducta de los demás, entonces se tiene liderazgo, porque esto es lo que define un liderazgo, y las personas al dejarse influir, al responder al llamado y seguir el camino que muestra el líder, mediante este acto le están otorgan do poder a quien los está conduciendo.

Entonces, la fuente de poder son las mismas personas, que mediante sus gestos, conductas, actitudes entregan poder al líder para que los guíe. ¿Hacia dónde? Se apoya a quien nos conduce por un camino que lleva a satisfacer las necesidades del grupo. Por tanto, dentro de las personas el poder surge desde las necesidades o estados de necesidad y quien sea capaz de satisfacer esas necesidades recibe poder para liderar al grupo.

En la empresa, que es el foco de este análisis, las necesidades de las personas son diversas: mejorar ingresos, de producción, de status, de reconocimiento, de afecto, seguridad, de realización, de pertenencia, etc. Lo interesante es que estas necesidades co-existen con las necesidades de la empresa: crecer, fidelizar clientes, ampliar cartera, conquistar nuevos mercados, cumplir las metas y planes establecidos, etc. Así es que el líder natural, el gerente general, el administrador de la organización, debe ser capaz de gobernar equilibrando la satisfacción de las necesidades de la empresa y de las personas, y esta es una desafiante y compleja tarea, siendo la ausencia de este equilibrio de consecuencias a menudo adversas para todos. 

Si sólo satisface las necesidades de la empresa en desmedro de las necesidades de las personas, el cuerpo social, los rr.hh., se sienten postergados, desplazados, y su disconformidad tendrá múltiples formas de expresión, siendo las más dramáticas aquellas que experimenta el cliente con la mala calidad de la atención brindada a sus requerimientos. Si la gestión del líder está muy orientada a las necesidades de las personas, con descuido de las necesidades de la empresa, entonces ha perdido el norte y el objetivo por el cual está en ese lugar.

Entonces, la autoridad que tiene una figura como un gerente, es potenciada con el liderazgo cuando éste es capaz de satisfacer en forma equilibrada ambos intereses, los de la empresa y los de las personas.

Así, las llamadas "camarillas" vienen a sustituir las debilidades que puede tener una autoridad en satisfacer los requerimientos de las personas, ejerciendo su influencia e intermediación para conseguir regalías, beneficios, mejores condiciones para algunos (ellos mismos), no para todos, generando resentimientos y desconcierto en el resto del grupo. Con este rol adquieren un poder que debilita a quien debiera poseerlo, el gerente, y es síntoma claro de que la organización se está tornando inestable, caótica, con un funcionamiento por debajo del nivel esperado.

Entonces, el gerente para potenciar su liderazgo, es decir lograr que el grupo lo siga, debe ser capaz de interpretar las necesidades del grupo y no descuidarlas, ofreciendo soluciones justas y para todos, conciente que existe una "tensión social" que es necesario manejar con madurez, firmeza y visión de largo alcance. La búsqueda de esta armonía personas-empresa es un camino por recorrer, es un proceso que se desarrolla a través del tiempo y es fruto del esfuerzo sistemático, de planificar e implantar cambios relevantes logrando la participación de todos los actores involucrados. Los resultados son lograr las metas de la empresa por medio del compromiso de las personas, por medio del alineamiento de objetivos personales con los objetivos laborales.